El ritmo y la melodía en la música africana

africana2Continuando con la conmemoración del Día de África nos ocupamos ahora del ritmo y la melodia.

El ritmo es sin duda la característica más sobresaliente de la música africana y sus características son totalmente diferentes a la música occidental. En la música africana hay siempre un choque de ritmos, incluso en la más aparentemente monorrítmica canción.

Para un africano, cantar con una medida rítmica en constante variación es algo muy simple. Con frecuencia hay hasta seis u ocho pautas rítmicas diferentes tocadas por tambores, palmas, otros instrumentos y las voces. El maestro del tambor, a cuyo compás se ajusta el resto de los músicos, está continuamente cambiando su ritmo. Solamente el tiempo mantiene la coherencia de la ejecución. En torno a él se construyen complejas y fascinantes estructuras rítmicas que la mayoría de los europeos apenas puede entender y mucho menos ejecutar.

Una melodía corta basada en la repetición

La predominancia del ritmo no significa que a música africana sea pobre en cuanto al carácter melódico. Existe una amplia variedad de escalas, desde cuatro a siete tonos en la octava, y en gran cantidad de afinaciones diferentes. Muy pocas coinciden exactamente con los tonos de la escala temperada occidental, que dicho sea de paso, a los africanos les suena insoportablemente desafinada.

Cada región e incluso cada tribu tiene su propio matiz de altura. Un músico que vaya a otra aldea tendrá que afinar su xilófono para poder tocar en la orquesta local. Sin embargo las alturas básicas, al menos en la música vocal, constituyen puntos de referencia para las evoluciones del cantante.

Las frases melódicas suelen ser cortas. La repetición es una de las características fundamentales de la música africana. Una secuencia de llamada y respuestas se puede prolongar durante horas con una aparente monotonía en la repetición pero en realidad se van produciendo continuamente sutiles variaciones en las líneas melódicas y también en su relación con el complejo entramado de ritmos.

Al oyente occidental la música vocal africana le parece, en principio, una mera exageración del lenguaje hablado, con sus distorsiones tonales y sus desconocidas relaciones de altura, pero precisamente eso es lo que se pretende. La música vocal africana trata de imitar lo más fielmente posible, sin adornos, el habla y los pensamientos del pueblo. Es raro que una melodía sea utilizada de forma expresiva personal. Las emociones que nosotros asociamos a nuestras baladas sentimentales no caben en la música africana. Una canción que lamente la muerte de un niño probablemente tendrá un acompañamiento musical vivaz.

Las repeticiones en la música africana tienen una función en el tiempo inversa a la de nuestra propia música. Una actuación puede prolongarse durante toda una noche sin comienzo ni final. Es más, necesitará cierto tiempo para cobrar impulso y posiblemente finalizara a medida que los músicos se vayan cansando y perdiendo el entusiasmo, pero no por que se haya establecido un límite de tiempo.

Los músicos Chopi

Los Chopi viven un las proximidades de la costa de Mozambique, al norte de Maputo. Su música fue ampliamente estudiada por el etnomusicólogo Hugh Tracey en la década de 1940, siendo su obra ‘’Chopi Musicians’’ una excelente fuente de información.

En este libro Tracey nos relata que las aldeas más grandes de los chopi tienen siempre su propio compositor y director musical. El compositor construye su texto y después comienza los arreglos musicales, pensándolos primero y dando forma después a sus ideas melódicas y rítmicas con su ‘timbila’. Llama entonces a sus colegas de la orquesta y entre todos resuelven las texturas del acompañamiento, generalmente variaciones sobre un bajo. El director tiene la última palabra sobre que ideas se utilizarán  y da los toques finales a la obra. Finalmente el director de danza escucha la obra y va adecuando la coreografía hasta que finalmente se llega a un acuerdo. De esta forma, movimiento tras movimiento, se completa toda la obra.

Queda fuera de los límites de nuestra mentalidad occidental la capacidad de estos músicos para imaginar una obra de dimensiones sinfónicas sin ponerla por escrito y nos hace cuestionarnos la necesidad de una notación.

Una nueva obra se va insertando en la ya existente hasta que se completa y finalmente reemplaza a la antigua. Los chopi, al igual que los balineses,  no ven la necesidad de tener ‘clásicos’’ que los mantengan en contacto con su pasado. Para los músicos africanos lo importante es el proceso de la creación; la importancia del producto es muy relativa.

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