Igor Stravinsky
El 29 de mayo de 1913 el público parisino se agolpaba, a pesar del calor, a las puertas del Thèâtre des Champs-Élysées convocados, en gran parte, por las provocadoras declaraciones del empresario Diaghilev, responsable del concierto que allí iba a ofrecerse, prometiendo “una nueva conmoción que provocará sin duda discusiones apasionadas”. Por supuesto, su intención no iba más allá de lo puramente comercial: llenar las butacas del teatro, puesto que nada en los ensayos previos preveía el escándalo que finalmente se formó con el nuevo ballet del joven y ya afamado compositor Igor Stravinsky La consagración de la primavera. Cuenta el propio Stravinsky que Diaghilev, al oír por primera vez la música, le preguntó asustado ¿“seguirá así mucho más tiempo?”, a lo que el compositor respondió “Hasta el final, querido”. Así es fácil comprender que el empresario optara por el escándalo, temeroso de que la música en sí no fuera suficiente para garantizar ganancias. (Leer más sobre éste y otros estrenos que fracasaron en su momento, en el blog de la Biblioteca de Vila-real)
